jueves, 14 de julio de 2022

BDSM y Alcohol

 Esta vez, más que pensamientos es un suceso junto a una reflexión.

Estaba yo ayer sin planes por delante, tan solo quedarme en casa, dibujar cosas mías y/o ver algún video, serie o peli. Como no iba a salir ni hacer nada aparte de lo mencionado, decidí abrirme una cerveza; yo no suelo beber nunca, pero me gusta disfrutar de vez en cuando de una buena cerveza podríamos llamar “gourmet” (cerveza ‘pija’, como la llama mi novia), de esas de trigo, espesas y con poso, que están riquísimas y suelen tener una graduación un poco más elevada que las Lager o Pilsen a las que estamos acostumbrados.

Como he dicho, no suelo beber alcohol, excepto las mencionadas cervezas en momentos muy puntuales, así que, junto a mi complexión de pequeño tamaño, con una sola botella es suficiente como para pillarme un buen pedo.

Fotografía de Alexa's Photos (2017)

Mi idea, como otras tantas veces, era quedarme toda la tarde en casa sin hacer nada importante mientras me durasen los efectos del alcohol, y habría sido así de no ser por que sin buscarlo, surgió una sesión BDSM. Es bien sabido, porque está escrito en muchos lugares, que el BDSM y el alcohol no se llevan bien, pero como también daba la casualidad que llevaba varios días arrastrando un calentón, pues me dije “estoy algo piripi, pero total, solo ha sido una birra, ¿qué podría pasar?”

Pues lo que pasó es que he tenido la sesión más insatisfactoria y horrible de mi vida. A continuación algunos detalles de como lo he sentido:

  1. El dolor dolía más. Torturas que normalmente aguanto bien, esta vez estaba hipersensible y eran insoportables, que no hubiese sido mucho problema de no ser porque...

  2. El dolor placentero se convirtió en dolor desagradable. Las mencionadas torturas que normalmente me gusta sufrir, esta vez no fueron así: eran muy desagradables, algo asi como cuando te pillas el dedo con una puerta, que es dolor, pero no del que da gustirrinin.

  3. Cualquier postura o atamiento me molestaba. Además tenía cierto mareo, y solo pensaba en echarme a descansar.

  4. Tenía frío todo el rato. En sesiones me gusta pasar frío (aunque luego ni se nota con la emoción del momento), pero esta vez no se quitaba. Y eso que en esta época no hace nada de frío.

  5. Con tantos problemas y tantas interrupciones, no he logrado meterme en situación.

  6. Los orgasmos fueron insulsos, como si no terminasen de satisfacerme del todo, dejando una una sensación de vacío.

  7. Después de la sesión se me ha quedado muy mal cuerpo, como si la resaca se hubiese multiplicado.

Aparte de insatisfactoria para mi, evidentemente también lo ha sido para mi pareja, con tanto puntillismo y tantas interrupciones y quejas. Al contarle que me metí en la sesión con un buen pedo sin decirle nada, me he ganado una bien merecida reprimenda.

Así que, la reflexión es la siguiente: Siempre que he leído sobre el tema BDSM y alcohol, lo que te cuentan es que son incompatibles por los efectos sobre los sentidos, es decir, que siendo dom, no controlaras bien, exceso de confianza, etc.., y siendo sumí, que podrían aprovecharse de ti (en el caso de sesionar con personas que no son tu pareja). Nunca leí nada sobre lo mal que sienta físicamente sesionar con alcohol en el cuerpo.

Desconozco si es algo puntual en mi por mi baja tolerancia al alcohol, y que a otras personas se le manifieste de otras maneras, quien sabe, solo me limito a contar mi experiencia por si a alguien le ayuda.

Ya sabes: si bebes no sesiones.

Act 2, por Arthur Halucha (2018)

 



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